Rafael Alvarez: Primera historia de un voluntario español en el segundo viaje al Alto Amazonas
El bien y el mal dominaban el mundo, o al menos nuestras conciencias.
Quito, el histórico Quito, la catedral que se levantaba majestuosamente en el centro de la ciudad, la virgen del panecillo, las montañas, y las casas que se subían como hormigas en sus faldas hasta chocar con el horizonte.
Eso estaba bien, y el desayuno y la merienda y el paseo, pero habría que hacer algo más no?
Esa mañana me decidía a subir al Pichincha. Fíjate, estaba en una ciudad y solo podía pensar en subir andando a la virgen del panecillo, subir esa montañita sin la ayuda del teleférico, descubrir que había mas alla de los valles. La ciudad estaba muy bien, pero solo parecía atraerme todo lo que estaba fuera de ella.
Antes de meterme con el Pichincha, debería recapitular mi visita a la mitad del mundo. Una idea que todavía me sigue pareciendo del todo estúpida. Dibuja una circunferencia, ahora dime en que punto esta la mitad? Efectivamente, cualquiera de los puntos puede ser la mitad. Evidentemente tiene que haber algún pedazo de información que me falte, deben estar tomando alguna referencia que yo desconozco, y que por otro lado ellos tampoco se toman demasiada molestia en explicar. El caso es que hay estaba, se había montado un pequeño parque de atracciones a su alrededor, y los turistas esa ingente masa de borricos de la que yo formaba parte se dirigían allá a curiosear como una plaga.
Cuando llegas a la entrada ya tienes un poco de acción, tenemos un grupo rebelde de astrónomos que mezclaban afán científico con el político, para decir que la mitad del m undo no era esa si no otra, y decían que unos indios que no eran los incas, sino otros que estaban antes y habían sido invadidos por estos últimos habían dado con la verdadera mitad del mundo que estaba doscientos metros mas palla de la oficial.
El tipo que me daba las explicaciones a cerca de su proyecto era blanco y no se porque me daba la impresión de que solo eran los blancos los que reivindicaban los derechos de los indios, aunque todavía era un poco pronto para juzgar. Contribuí con algo de suelto que llevaba en el bolsillo a su proyecto, aunque debo reconocer que no había terminado de comprender muy bien cual era su propósito. Después me di una vuelta por el parque de atracciones. Entre en varios pabellones que..bueno. Un pavo que hacía unas maquetas cojonudas, y que aunque el tipo no fuera un maestro del espectáculo, hay que reconocerle su punto artístico. La maqueta era de Quito colonial. Se escuchaba una música folclórica de fondo, con guitarra española, y un indudable sabor a antiguo que te remontaba al siglo 18 en el que estaba ambientada aquella escena. Entre mire la maqueta y apenas sentí la música. No soy un gran maquetista, pero bueno trate de apreciar en todo lo que pude aquella pieza. Era un cuadrado, así que tenias oportunidad de ver el Quito colonial desde todos los ángulos. Le dedique un pequeño tiempo de cortesía a cada ángulo, y después de eso me dirigí decidid amente hacia afuera, para encontrarme con un grupo de turistas que se iba hacia dentro. Coño!!! Que pasa aquí. "Que ahora se hace de noche" decía uno. Así que con un desgarrado esfuerzo y sin apenas esperanza, me dirigí otra vez hacia dentro. No anochecía y yo me impacientaba hasta que la luz se empezó a perder, al mismo tiempo las luces de las casas iban cobrando vida, y ese folclore antiguo crecía en intensidad y en protagonismo. Mi imaginación por fin se transportaba hacia ese Quito colonial, y veía alegría en sus calles, una ciudad en la que todos los días eran fiesta, los bares y los patios se llenaban de vida y la juerga se demoraba hasta tarde. Era esa música, esa música realmente española la que había hecho el efecto. Y finalmente salía de la sala con una sensación un tanto especial. Hasta llegué a apreciar por un momento la pasión del hombre por las maquetas.
Después salí a la calle dandome de bruces otra vez con el parque de atracciones y ya todo había terminado.
Comí en un sitio en el que me atendió una chavala realmente tímida, sin duda sería uno de sus primeros días en el trabajo y descubrí las humitas. Una especie de barita de un maíz en forma de maseta, con un sabor que movía entre lo dulce y lo salado, mas que bueno.
Salí corriendo de allí y aún tuve ganas de meterme en una exposición sobre las distintas tribus indígenas de Ecuador, y en el planetario. Ahí estaba, el dibujo con todas las constelaciones estelares y sus nombres brillando en el techo. Joder que práctico sería tener uno de esos a modo de mapa de bolsillo.
Se me ha olvidado hablar de la misión Geodésica, que fue un grupo de intelectuales, científicos, geógrafos y yo que se que mas, que se dedicaron a descubrir donde estaba la mitad del mundo. Según cuenta la leyenda, su verdadera misión era la de espiar a Compañía de Jesús, cuyo creciente poder inquietaba a los líderes y chupatintas del otro lado del atlántico.
Dicho esto, ya si podemos dejar atrás esta fastidiosa mitad del mundo y movernos hacia delante.
Dentro de esa masa ingente de borricos a la que nos referíamos antes, se encuentra un grupo un tanto más selecto y seguramente de mayor interés que estos primeros, los bagpackers. Se trataba por lo común de un grupo de jovenzuelos que se dedicaban a recorrer mundo. Era un fenómeno relativamente nuevo y que cada vez estaba ganando una mayor aceptación. Hasta tal punto, que poco a poco se estaba convirtiendo en una moda cada vez mas mainstream. Sus causas aparentemente parecen nobles. Se trata de ganar en experiencia y madurez a través de la exposición a distintas gentes, distintas culturas, distintas formas de vida.. Ta ta ta. No era terreno exclusivo de los jovenzuelos, también se podía ver a gente fuera de esta categoría que también se lanzaba a este tipo de aventura, mayores, adultos, viejos, cuarentones, como los quieras llamar.
El lugar de residencia de estos intrépidos viajeros son los hostales. Estos se han convertido en pequeños nidos de cultivo de intelectuales. Los residentes en estas cuevas, además de gozar de precios muy ventajosos normalmente cuentan con acceso a una amplia biblioteca de películas y libros, además de las mentes del resto viajeros que pasan por allí. Como digo las causas me parecen nobles, sin embargo mi rechazo hacia este grupo quizás este enraizado en su edad. Quieren, pero no son.
Mis reflexiones sobre este grupo serán una constante a lo largo de mi viaje, porque debo reconocer que me tienen intrigado y estoy seguro de que juntos llegaremos a desenmascarar que hay detrás de todo esto.
Dicho esto, es un buen momento para volver al particular viaje de Rafael. Cansado ya de ciudades, hostales y pollas, necesitaba el desafío. Que mejor que una excursión a pata, o mejor todavía en bicicleta. Me tire al centro de Quito como un poseso en busca de ese desafío y no tarde demasiado en encontrarlo. El desafiador, Maximiliano, el voluntariamente desafiado yo. O quizás sería más correcto, el desafiador yo, el planificador del desafío Maximiliano. Y la primera etapa del desafío Montufar.
En mi primer encuentro con estas dos personas quede impactado por su tremendo parecido con los actores españoles José Coronado (Max) y Carmelo Gómez (Montúfar).
Era gente fantástica, gente con la que me hubiera encantado cruzarme toda mi vida, y ahora no solo era eso, sino que estaba involucrado con ellos.
Maximiliano era un señor de mediana edad. Doctor, casado con hijos, a primera vista, y por su forma de vestir casi se le podría confundir con un indigente. En una mirada más profunda había una persona culta, con un indudable encanto personal, un cierto atractivo, que sin duda le habría reportado sus éxitos con el genero femenino, pero lo mejor de todo, y sin duda la faceta que más me atraía de el, es que era un soñador.
Este quizás sea una de las cosas que la gente enfrascada en sus rutinas, pierde con una mayor facilidad, la capacidad para soñar.
Al poco de haberme sentado para hablar con el y ver las posibilidades que tenía el voluntariado en este entorno ecológico del que el hablaba, ya me parecía bien. Palabras como amazonas, selva, tribus indígenas, negros.. Sonaba bien, me gustaba y la forma de conducirse de mi interlocutor también. Haciendo las cosas a su manera, un nuevo concepto, diferente. Dibujaba cosas en un papel, se iba, dejaba conceptos colgando en el aire, venía a alguien, le atendía, volvía a mí, y lo mejor de todo es que dedicaba un tiempo de gran calidad a todos, mas aún, parecía que el tiempo no importara demasiado. Entre allí hacia a las 10.00 de la mañana y salí cerca de las cuatro des la tarde sin comer nada, como podréis comprender, tenía hambre.
En las comidas en Quito siempre ibas buscando el dólar, la meta cuando comía era no alejarme demasiado de tan preciada barrera. Estaba encantado paseando por la calle porque encontré unas cuantas librerías, y tenía una tremenda sed de autores latinoamericanos.
El bueno de Mario y un tal Carvalho fueron los elegidos, y con el tiempo pude comprobar que fueron una gran elección, aunque el desdoble me quita interés en el, hay que reconocer que la frescura de su ciudad de los perros te llena vigor y alegría y te traslada muy bien a ese mundo de la adolescencia llena de rebeldía, inocencia y fascinación ante el mundo que se abre delante nuestro. Carvalho es un fenómeno, su lenguaje folclórico, le da un poco de ligereza a esta vida tan trascendente que llevamos en la que tanto peso ponemos sobre nuestros hombros.
El hostal Chicago era mi residencia temporal en Quito, y apenas tenía tres días para dejar todo preparado para mi viaje por el Ecuador, correrme una juerga, y lo más importante de todo, mentalizarme para comenzar mi verdadera andadura como viajero errante. Después de este viaje que me iba a llevar a mas de 10 sitios diferentes, desde la selva hasta la montaña, del blanco al negro, y del agua al fuego, comenzaría a estar realmente curtido y a engrasar cada vez mejor mi máquina viajera.
Estaba intrigado por saber que daría de si mi relación con Maximiliano, pero sobre todo estaba intrigado por conocer la verdadera medida de mi.
Se hacía de noche,y Rafael ya se había subido en el taxi. Las calles de Quito quedaban detrás de el, travelos, prostitución y maricones se vestían de gala para encarar la noche, un conductor ansioso y nervioso me alejaba de todo aquello.
Alberto estaba demasiado alterado como para sentir cansancio, el viaje estaba comenzando. En menos de media hora había decidido tirarse a conocer el Ecuador en toda su dimensión y el hacerlo a través de su gente, a través del campo, de las comunidades indígenas, de los menos favorecidos, y no solo observando sino también formando parte de ello. Todo se sucedía rápidamente. Quizás el esfuerzo residía en estar embarcado en un proyecto, tampoco importaba. En la estación de autobús, todos chillaban, Cuenca, Guayaquil, no sé que y no sé cuentas, Cuenca, se llevaba la palma, era el más popular, o sus portavoces los más ruidosos. Rafael divagaba por la estación arrastrando su mochila atendiendo al espectáculo con una gran expectación, y lo que más le llamaba la atención era encontrarse en otro país. Todo con lo que se encontraba y cruzaba era de producción nacional. Todo lo que pasaba dentro de esa estación de autobus era ecuatoriano, la comida, la gente, el edificio, hasta los perros y la gasolina que olía eran ecuatorianas. La cuadriculada mente de Alberto no dejaba de pensar en la voluntad del país pobre. Por muy pobre que fuera el país, estaba en su mano el hacer, y todo estaba pasando allí. Vivía mucha gente, la mayoría sobrevivía y tenian su forma de hacer las cosas. A pesar de ser un país pobre necesitaban de la iniciativa, necesitaban crear, construir, comerciar, comer, cagar, curar, todo lo que quieras. Bien o mal lo hacían, como cualquier otro país, más o menos rico lo hacían, como cualquier otro país. Pero lo que más intrigaba a Alberto no era todo aquello que podría ser evidente a los ojos de cualquiera, sino que lo hacían a su manera. Eso era lo que entretenía a Albertop, eso era lo que le tenía medio hipnotizado cuando andaba a través de la estación de autobus, eso era lo que le motivaba.
Aquí comenzaba mi primera maratón viajera que consistía en llegar a una de las zonas mas remotas de Ecuador, San José de Morona. La combinación necesaria era agarrar el autobús hasta Baños, saliendo así ya del radio de influenocia de Quito, aunque no de los poderosos Andes, de ahí una maratoniana jornada de bicicleta que me llevaría a recorrer el camino que va desde Baños a Puyo, tierra natal de Byron Caisedo, cuatro veces, una vez en Puyo con todas mis pertenencias me iría a Macas, desde ahí a Santiago de Mendez, y desde aquí, y ahora es cuando viene la mejor parte, dirigiría mis largos huesos hasta el corazón del Rio Morona. Todo esto en espacio de tres días, que transcurrieronsnmayor incidente.
Para el anecdotario queda el paseo por la ciudad que nos dio el alcalde del pueblo, que se enorgullecía hasta límites insospechados de su función en ese pequeño rincón del mundo en el que habitaba. Era el alcalde de Santiago de Méndez. Viva el Alcalde!!!!! Viva!! Viva el alcalde por antonomasia!!!! Viva!!!
Todos le querían y el era casi como un padre para ellos, o al menos eso creía.
Por aquel entonces la expedición ya estaba reunida. El comandante era el Sr. Byron Orlando Montufar, y los voluntarios, turistas inteligentes o buscadores de aventura eran tres. Yo mismo, el burro delante, y dos francesas de la Bretaña, Emilia bretañesa de tomo y lomo, y Zelina tambié, pero no tanto.
Hay que destacar que durante el tramo final del viaje que nos llevaba a esta pequeña colonia amazónica, conseguí dar la vuelta a mi relación con el comandante, que debo reconocer que por momentos llegó a incomodarme. Básicamente saque pecho de forma orgullosa y le hice ver que era un hombre, un hombre que sabía muy bien que lo era, y que era capaz de mirar más alla. El lo comprendió el trato se suavizó y las relaciones funcionaron con una mayor fluidez desde aquel entonces.
Pero esa no sería la única relacion a la que tendría que dar la vuelta como muy bien hago con una hembra, las chicas de la Bretaña también estaban bastante lejos de mi estilo, y es que a estas alturas todavía me costaba aceptar a aquellos que no se habían entregado al alcohol, las drogas y el sexo con desenfreno en su juventud. Que problema tenían, no les gustaba la vida, eran gente descafeinada, gente light, e incluso hasta pop, si me lo permites. No podía con ellos. Una persona de verdad tiene que cononcer los límites, tiene que conocer los instintos más bajos de la gente para realmente poder comprender, tiene que bajar ahí abajo y remozarse con ellos, que eran sino?
Eran bretañesas, chovinistas francesas tan simples de corazón, que parecía que lo único de lo que tenían que enorgullecerse era de un estúpido país, como si eso fuera lo más grande.
Estas acticvistas choministas convivirían conmigo durante las tres próximas semanas y tenía que encontrar la manera de aunar nuestros puntos en común para agradibilizar nuestra convivenciaal máximo durante este tiempo. El chovinismo es un tema aparte que merecería una atención especial cuando llegué su momento y que ira inextricablemente unida al orgullo. El caso es que el chovinismo francés despertaba ciertas reticencias en mi, aunque mi curiosidad por esta cultura era igualmente grande, ya estaba ligado a ella a través de Paquito, pero los lazos se intensificarían, yo lo sabñia y tu también.
Bien el caso, es que de la misma forma que con Orlando, conseguí normalizar mis relaciones con estas dos mujeronas de la Bretaña. Creo que la clave del éxito esta en el respeto, pero sin dejar de mostrar tu personalidad. La personalidad es una de las mayores riquezas que tiene el ser humano, es su color lo que atrae y repele a los otros. Por eso cuando los otros no eran de tu equipo, la única diferencia es que había que realizar un mayor esfuerzo para empatizar, aumentar la dosis de respeto... Y a jugar. Quizás fuera de las primeras veces que había alcanzado una relación de madurez con el género femenino que tan lejos había estado siempre de mi mundo, en tan poco espacio de tiempo y con tanta espontaniedad.
Pero suficiente, con los detalles personales y entremos un poco mas en el cuadro descriptivo de la situación que tenía miga.
San Jose de Morona es a todos los efectos una isla. Su conexión al mundo exterior no es un barco, pero es un autobus. Sin embargo una franja de agua separaba esta diminuta población de lo que sería la civilización ecuatoriana, representada por la ciudad de Macas, que entre otras cosas contaba con una Universidad. Bien, esa franja de agua era un río. Los buses tienen programado conectar con este recondita rincón todos los días, sin embargo cabe la posibilidad de que no lo haga. El principal obstáculo en el camino de estos buses era la naturaleza. Los buses tenian que atravesar el río para llegar a San Jose. Y aunque contaban con un precioso puente peatonal que emulaba al Golden Gate, aunque sus colores eran el amarillo y el verde, no era igual para los vehículos. Estos, tenían que montarse en una gran plataforma de metal, que estaba conectada a un motor fuera borda por un lado, y por el otro estaba sujeta a dos cables, para que no fuera arrastrada por la corriente del río. Con este invento, cruzaban camiones, autobuses, y cualquier otro tipo de carga pesada, de un lado al otro del río. La última catastrofe se había registrado hace casi 20 años cuando un autobus lleno de pasajeros cayó al río, murieron otros 20. Desde entonces el expediente estaba limpio para tranquilidad de nuevas expediciones.
El caso, cuando esa torrencial lluvia que azotaba estos parajes se producía en las montañas, y esto pasaba entre 1 y dos veces por semana, el río llegaba crecido a la altura de este cruce e inutilizaba la plataforma para el cruce, los buses no podían llegar hasta el otro lado del río, y San Jose quedaba desconectado del mundo exterior.
A pesar de todos los obstaculos, debo decir que el nivel de cumplimiento de su programa era cuando menos sorprendente.
No podemos seguir hablando de San Jose, sin hablar de la guerra no declarada entre Ecuador y Perú que ha durado cerca de cuarenta años, para por fin llegar a su conclusion en el 97 o cosa así. Esta lucha fue territorial por no hablar de la riqueza mineral, por ver que dibujo se imponía en el mapa, si el de uno u otro.
La historia es así, además del terreno en sí, parece que uno de los mayores intereses de ambos países es tener una salida al Amazonas, que es casi como tener salida al mar. Esta autopista es una ruta comercial con Brasil de un gran valor. Bien pues comenzando la casa por el tejado lo que paso es que Perú ganó la guerra, y con ello su intención es la de cortar al Ecuador su salida al Amazonas. Según el comandante Montufar, se ha demostrado que el Marañon es el Amazonas, sin embargo el cambio de nombre obedece a la voluntad de los peruanos, de cortar el acceso a los ecuatorianos. El río San Jose de Morona desemboca en el Marañon y este última se convierte en el Amazonas al llegar a Iquitos. La victoria Peruana despojaba a Ecuador de la parte final del río Morona, y por tanto de su contacto directo con el Amazonas. Para más inri cambian el nombre de Amazonas por el de Marañón, con lo que la conexión directa que Ecuador tenía con el Amazonas desaparece, quedando en manos de terceros.
Una de las estrategias del gobierno ecuatoriano fue la de poblar las zonas alrededor del río para consolidar sus fronteras. San Jose de Morona, es el producto de estas políticas. En las cercanías de San Jose, hay otros pueblos, la tercera línea, la Unión..también pueden encontrarse comunidades nativas, variedad de etnias, tribús y lenguas. En el caso de San Jose, la mayoría de sus 400 habitantes son colonos, que funcionan con una mentalidad mas occidental en contraste con los nativos.
Sea como fuere, cuando entras en San Jose, retrocedes unos cuantos miles de años en el tiempo. La población de San José, mayoritariamente se alimenta de lo que cultiva, y sus ganados. De modo que cuando los autobuses no pueden pasar sobreviven. Tienen la educacion más básica, primaria y secundaria. Existen comercios, principalmente tiendas de ultramarinos, de varios (llamados Bazar), ferreterías y algo de ropa. No puede faltar la iglesia y el doctor. San Jose cuenta con 400 habitantes, así que os podreis imaginar que casi todo el mundo se conoce.
La vida es muy simple, prima el contacto con la naturaleza, y la lucha del hombre por dotar de cierta dignidad a su trabajo. A pesar de que no creo que la gente gaste mas de 3 dolares al día, la gente tiene sus necesidades básicas cubiertas y no se puede decir que sufran en este sentido. Todo el mundo tiene sus pollos, picoteando alrededor de su casa, sus arboles con frutas, perros, gatos, y niños, muchos niños, tener menos de seis es razón suficiente para que te miren raro.
Pero ahora volvemos con sus costumbres, para terminar de ubicar San Jose, trazamos el recorrido que hay que seguir desde la civilización, Macas. El último pueblecito antes de entrar en la selva es Santiago de Mendez, despues de cruzar unas montañas, llegas a la base militar de Santiago "Semillero de valientes", impresiona el nombre verdad, y los tipos que la integraban a simple vista parecían tipos duros. Santiago es la primera comunidad colona, de aquí en adelante retrocedes tropecientos años en el tiempo y asistes al surgimiento de las ciudades desde sus cimientos. Otro buen rato hacia dentro llegas al río Morona, y después de cruzarlo, y después de media hora de quizás el peor camino de todos, llegas a San Jose.
Todo el camino descrito es un empedrado, y yo he asistido en vivo y directo a su construcción. Consiste en hechar piedras al tradicional camino de tierra. Acojonante verdad?? Pues el resultado es aun peor, os puedo asegurar que los vehículos que atraviesan estos caminos si que son tipos duros, son puras rocas. Ótra vez y en palabras del comandante Montufar, este camino fue hecho durante la guerra y fue una de las claves que permitió a Ecuador firmar una paz más ventajosa. Otro de los detalles significativos de este camino, es que fue construido por los brasileños, que trajeron sus máquinas por el Amazonas, Marañón y por último San José. Las dimensiones de este último son ridículas comparadas con las de los dos primeros, pero aún así el transporte de la maquinaria pesada necesaria para este tipo de ingeniería fue posible.
Bien, nos habíamos quedado con San José y sus costumbres, sus habitantes, sus pasiones. Cual es la pasión más intensa en el colono cuando ni siquiera tiene un equipo de fútbol al que seguir, sin duda alguna la pólítica. Y la actualidad política de la zona la centraban la guerra entre colonos y nativos, principalmente las comunidades Shuar, que eran la tribu nativa más significativa.
Desgraciadamente me quedé sin oir el punto de vista Shuar, pero vi como vivían y eso por lo menos me deja ver los resultados sin saber demasiado bien lo que pasa por dentro. Las reivindicaciones de los colonos, son las de una clase dominante, las de el empresario con respecto a sus trabajadores. Que son vagos, perezosos, y que si ganan algo de dinero lo utilizarán en bebida. En principio parece una de las clásicas tácticas de vilificación. Son holgazanes, les gusta el alcohol y las mujeres, yo conozco muchos sitios dentro del mundo occidental (o colono) en las que cualidades son alabadas e incluso mitificadas en la persona. Pero no perdamos la seriedad del debate. En este apartado yo diría la responsabilidad de unos y de otros, eso es relativo. Que lo que le permite al colono evolucionar con mayor rapidez que al nativo, es mejor tecnología y una cultura más avanzada o evolucionada, en este último también acepto el debate, pero en términos prácticos o de producción no creo que halla ninguna duda.
El otro tema caliente es la relación con el medioambiante. Como digo, desgraciadamente no tuve la oportunidad de contar con el punto de vista nativo. Pero la principal acusación de los colonos hacia los nativos es que cazan todo lo que se mueve, algo que en principio puede ser reprochable y hasta considerado como barbarico, loros, monos, todo iba a la olla. Pero coño, estos tipos eran seminómadas. Matar o morir. También parece haber una diferencia en la dieta de ambos, siendo más pesada y nutritiva la colona, y más frugal la nativa.
En cuanto a la destrucción del medio ambiente, parece que no hay duda de que el colono es mucho más perjudicial que el indigena. Las comunidades indigenas carecen de sistema sanitario, no hay baños, ni agua potable, ni electricidad. Como se traduce eso. Cuando llegas a una comunidad el sol, es la luz, y se va en torno a las 6.30. Si quieres cagar, tienes que ir al campo, si quieres beber agua potable lo tienes jodido. Los nativos viven en cabañas, plataformas de madera y techos de paja, algunas casas tienen paredes, otras no. Todas las comunidades nativas que visite estaban a orillas del río, por lo tanto este era su vía de conexión al exterior. La mayoría se mueven en sus canoas a brazo, puedes ver desde mayores hasta niños manejando estas canoas. El siguiente nivel es el pequepeque, un palo largo con una helice que hace un ruido parecido a su nombre. Una de las mayores embarcaciones que te vas a encontrar es en la que viajábamos nosotros, "el bote", con un motor de fuera de borda de 45 caballos, era una canoa grande, que se dividía en dos espacios, con banquetas a los lados para los asientos, que no tendría más de 8 metros de largo.
Así que si con los colonos nos remontabamos miles de años atrás, con los nativos te tienes que ir todavía un poco más lejos. Pero yo no creo que perjudiquen mas el medioambiente, mas bien todo lo contrario. Una de las cosas que más me impacto fue la comunidad de San Juan, que tenía un terrible mazacote de cemento en forma de camino con más de 120 escalones para ir desde el río hasta la comunidad. Debo reconocer que me dio una impresión desagradabilísima después de ver el resto de comunidades mezclandose con la naturalezacon su s casas de paja. Este esperpento era el producto una donación del gobierno de Perú.
Mas problemas como la superpoblación también amenazaban el ecosistema de estás sociedades por las que no pasaba el tiempo. Cuando hablamos de superpoblación, hablamos de la suya propia, pero sobre todo de la "civilización, a la que eventualmente se le acabaría el espacio y sería expandiendo dentro de la selva. La infilitracion de los colonos solo era el primer paso. La civilización era el mayor peligro. Es increible como dos civilizaciones completamente diferentes puedn convivir a tan escaso tiempo, especialmente considerando los nuevos medios de transporte, la una de la otra y a pesar de ello a ver una distancia tan grande entre ellas. El pez grande eventualmente devoraría al chico. El pez grande era el mayor peligro para estas pequeñas tribus milenarias, pero aún despues de 500 años de convivencia todavía conservaban su espacio. Había mucho espacio para el debate dentro de este conflicto, pero una de las claves era saber que querían los indios. A primera vista, la impresión que tengo es que lo único que quieren es que se les deje en paz, pero se que había muco más debajo, y eso era lo que quería descubrir.
Teníamosun tiempo por delante para damiliarizarnos copn San José, entre nosotros, emprender algunas actividades, educar, superar algunos retos, para finalmente emprender ese misterioso viaje por el Amazonas dcon el que tanta insistencia hablaba el Dr. Montufar.
Todo fue muy suave desde el principio, y aunque las chicas aprovechaban la más mínima oportunidad para quejarse, también le daba algo de salsa al asunto. Hay que tener en cuenta donde estabamo, todo el tiempo que teníamos por delante, y las escasas oportunidades para el entretenimiento que había en tan remoto lugar.
La cama eran tablas de madera encima de otras tablas de madera, y un fino colchon que te dejaba sentir cada una de ellas cuando te acostabas. Además había que fijar el toldo para escapar de los voraces mosquitos portadores de paludismo. Sorprendentemente dormí como un autentico animal la primera noche y eso siempre me da una mejor predisposición para enfrentarme a la vida de los ojos abiertos. A veces cuando duermo demasiado me da cierto remordimiento de conciencia, pero despues de comprobar que el resto de compañeros, lease, Dr. Montufar y la expedición francesa integrada por Celine y Emilie, yacían semiinconscientes sobre sus lechos me consolaba y me daba más energía aun si cabe.
Nada alteró el orden natural de las cosas y eso me encantaba. El primer día un paseo, el segundo nos despertamos a la hora biológica y comenzamos las primeras negociaciones, el tercero cerramos las negociaciones y el cuarto comenzamos con la rutina.Todo a su tiempo, aunque las francesas se quejaran de la falta de eficiencia. Sólo estábamos siguiendo el curso natural de las cosas.
El Dr. Montúfar empleaba con calma y gran paciencia su tiempo para preocuparse por cada uno de nosotros.Tenía tiempo de calidad para todos, era una maravilla.
Nos despertábamos por la mañanas, y tras entonar el buenos día Doctor, buenos días Francia, buenos días España, concentrabamos todas nuestras fuerzas en la preparación para echar a caminar por al vida. Un ducha, lavarse los dientes, hacer la cama, rascarselos huevos, vestirse y finalmente dirigirse hacia la mesa, repito "la mesa". En ella desayunábamos, el arroz estaba fuera de la cuestión, igual que había platos y cubiertos, servilletas, el arroz era la parte más indispensable dentro del protocolo de presentación de la mesa. Un jugo, papaya y tomate de arbol eran los mas repetidos y el resto variaría entrepan, queso , huevos, e incluso carne, o pescado si éramos realmente afortunados.
Despúes nos dirigiríamos a la Unión, un poblado que estaba a una hora de caminar. Yo estaba maravillado con la naturaleza, el cielo tan limpio y tan cerca, selva rodeandonos a todos los lados, el ambiente era mágico. De todas formas se traba de cuatro personas juntas andando y hasta que no había un hilo conductor entre nosotros, el animal social se sentía incómodo, alguien tenía que decir algo. Yo podía decir algo, pero normalmente mis comentarios eran el resultado de algun pensamiento inconexo que no levaría mucho más allá. El doctor haría algún comentario jocoso que tampoco nos llevaría mucho más allá, así que sólo nos quedaban las chicas.
Ellas salvarían la situación y eso pasaba cuando comenzaban su chachara en francés, entonces el resto estaba resuelto. Por un lado esta distraccion desviaba su cabeza de sus continuas quejas ,por el otro, nos daba espacio al doctor y a mi a entrar en conversaciones intrascendentes con un cierto toque de humor, que nos aligeraría el alma y transportar mejor nuestros pesados cuerpos.
Las piernas no eran nuestro único aliado, el transporte también era posible en volqutas, o cualquier otro vehículo que se aventurara por estos caminos a perdido de Dios.
Al llegar a la Unión, hablaríamos con las correspondientes autoridades, tomaríamos un refresco, o incluso una cerveza, y después emprenderíamos nuestro lento y pesado camino de vuelta. Sería injusto no hablar del tiempo que nos acompañaba durante el paseo, era bochorno y eso era cuando lo las nubes tapaban al sol, cuando esto no pasaba, ese puto sol que tan cerca estaba pegaba con rabia, en cualquier parte que te diese, sentias casi como te agujereaba. La otra alternativa es que lloviera de forma torrencial, que por lo menos te libraba del sol y te ponía tibio.
Al regreso nuestro caprichoso organismo nos pediría comida. Ahora los cuatro nos sentaríamos en la emesa y es`perariamos al almuero, que basicamente no difería del desayuno, más que desaparecía la opción del pan del queso y del café. A las combinaciones descritas para el desayuno, se pueden añadiral arroz tambien lentejasa, ensalada (que normalmente consistía en uno o, tirando la casa por la ventana, dos tomates y algún ingrediente más, que injustamente estoy olvidando. Las conversaciones siempre giraban en torno al momento, San Jose, nuestro entorno, los animales y el futuro más inmediato. No nos dábamos cuenta, pero estábamos construyendo nuestro pequeño mundo... Apenas quedaba espacio para nuestras reflexiones personales o nuestras vidas. Estábamos viviendo la vida tal y como venía y el peso que le quitaba a uno de encima era espectacular. Yo no me daba cuenta pero me sentía ligero y poco a poco mi corazón se iba poniendo más alegre.
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